Esta noche hay mucha tranquilidad en el bar. La penumbra ocupa la mayor parte de los reservados y se refleja con una luz cobriza en el espejo de detrás de la barra. Seamus, el camarero, observa su reflejo detenidamente - le está saliendo un grano justo en medio de la ceja izquierda - mientras arranca con un trapo rematadamente sucio toda esperanza de brillo del vaso que sostiene. Sí, hay mucho silencio. Ron, el borracho del pueblo, acaricia pensativamente su vaso vacío.
-No creo que te vaya a crecer ginebra en el vaso con sólo mirarlo, Ron -dice Seamus, sin dejar de vigilar su grano- no es un vaso mágico.
Ron da un súbito respingo, que hace vibrar su barrigón.
-Sí, sí, lo se, Seamus. Es que estaba intentando decidir…
-¿Decidir qué? ¿Whisky o ginebra? No es momento de pensárselo, es casi la hora de la última ronda.
-Ya, pero no puedo evitar darle vueltas al tema. A ver que opinas tú: ¿qué crees que ha sido más espectacular, cuando el tentáculo gigante se cargó el puerto deportivo o lo del río convirtiéndose en sangre?
Seamus se queda pensativo - No sé que decirte, Ron ,viejo amigo, difícil cuestión….aunque a mí lo que más me sorprendió fue eso de que los muertos se levantaran de las tumbas. Nada en contra de los muertos vivientes, si pagan la consumición…pero mira cómo me han dejado el bar, perdido de barro…
-Y de otras cosas,-contesta Ron, apartando con cara de asco un dedo con su uña del cenicero para colocar su cigarrillo. Por no hablar del problema de las herencias. ¿Tú crees que tío Sean vendrá a buscar el reloj que me dejó?
- Lo vendiste, ¿no ?
- Sí, para pagarme los tragos.
- Entonces, si aparece, invítalo a un whisky. Será lo más adecuado.
De repente, un estruendo sacude el local, y una nube de polvo cae sobre ellos. Seamus saca una araña caída sobre la barra de un suave golpecito, casi con dulzura.
-Mierda, Seamus, ¿qué crees que ha sido eso?
-Me da a mí que va a ser la hora de la lluvia de fuego y rocas.
Algo se mueve sobre ellos, y golpea de nuevo el tejado.
-No parecen rocas, Seamus
-Si tan curioso eres, Ron, ve a mirar qué pasa.
-¿Me pones un whisky?
-Para la vuelta.
Ron va hasta la puerta, la abre un poquito y mira hacia arriba. Cierra de golpe, vuelve bamboleándose al refugio de la barra y engulle su whisky de un solo trago.
-¡Hostia Seamus! Creo que se ha posado en el techo uno de los jodidos jinetes del Apocalipsis.
-¿Muerte?
-No, creo que Pestilencia
-Podría ser peor, entonces…
Seamus dirige la vista hacia la penumbra de su alrededor, mira a Ron, y con parsimonia se acerca hasta la campana de bronce que cuelga sobre el final de la barra, marcada “Last Orders”. Y la hace sonar con energía mientras entona el mantra de cada noche : “¡Última ronda, señores, última ronda!” Y, guiñándole un ojo a Ron, añade: “¡oferta especial fin del mundo, al último trago invita la casa!”
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8 comentarios:
Yo quiero otro trago, si no llego muy tarde, es que a estas horas ya est�n cerrando todos los locales.
Ja! Ya habia leido este relato, me volvio a encantar :D
Pedrito, tienes el trago pagado,tú tranquilo.
Nausicaa: de momento sigo poniendo casi todo reciclado, a ver si os empiezo a colgar cosas nuevas pronto.
HERMOSO RELATO...ME GUSTA EL SENTIDO QUE LES ESTÁS DANDO ULTIMAMENTE...
Pues que quieres que te diga, me ha encantado.
Me parece una buena oferta, esa de que la última ronda sea gratis.
Creo que me quedaré con esa idea.
Hola guapa... curioso Apocalipsis. Yo también me pido un whisky!!! Por cierto, la margarita dijo NO, afortunadamente... jajajaja. Besitos ;)
Sigues siendo genial. Los reciclados siempre son buenos. jejeje. besitos.
Iluso: siempre una alegría que te guste.
Alicia: tu tienes una ronda pagada, aunque no sea el fin del mundo. Espero podértela pagar mucho antes de eso.
Nut: Whisky para tí, entonces. Me alegro mucho de lo de la Margarita, yo me beberé una a tu salud ; )
Divagando: con toda mi ecología, a sus pies, estimada lectora. Besitos.
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