La crecida

Suena extraño, pero la balanza
se refugia acongojada entre las ramas
altas de algún terco árbol
a lamerse las heridas.

Y el escorpión de la desidia
cuelga como un fruto podrido
boca abajo, murciélago en punta
huyendo de las aguas.

La crecida llegó,
ya está aquí la crecida,
portando piedras, barro y rastrojos,
credos, condiciones indecisas.
La crecida...

Tras las aguas, el suelo fresco
parirá quimeras, y los días
salpicarán de incertidumbre al árbol
que quedará con su carga
buscándose en el espejo opaco
que a sus pies corre,
o que corría.

Se fue, ya pasó
ya se fue la crecida
arrastrando barros de congoja
como hojas secas, cantos
rodando en desdichas.

Queda, parece extraño, sólo esta calma,
un folio en blanco, la condición
de no usar más esas viejas mentiras,
para calibrar el crecimiento
del nuevo tiempo que ahora me mira.



Congelada

¿Cuántas horas regalé
alegre, sin preocuparme,
a la causa del cautivo
del significante? ¿Cuántas veces
negué a la humanidad
que tiraba de las cuerdas
de mi garganta, por esas
letras, crudas y frías,
que me acosaban?. ¿Cuántas
pisadas en los caminos
de las cuartillas me alejaron
del rumbo de viajes reales...?

¿He perdido algo? ¿Me he perdido?
¿Perdieron los que esperaban
demasiado de mí? Me ingresaron
por la fuerza en una clínica
mental de paredes blancas,
sin letras: “desintoxícate,
aléjate, es lo mejor para ti”.
Pero la mudez que me rodeó, de repente,
sin palabras, me dejó ciega
a la vida, sorda a los
sufijos diminutivos, inválida,
con las emociones atrofiadas,
metidas en cajas perfectas
como cuadrículas de papel
milimetrado, y organizadas,
y sin embargo,
vacías.

Bulímica de adjetivos, devoro
palabras innecesarias, engullo
ideas sin entenderlas. Luego, me doy
asco de mi misma, y escupo poemas,
vomito prosa excesiva, de colores
apagados por los ácidos
de mi cuerpo, que las contuvo.
sin parirlas, sin amamantarlas,
sin amor de madre, como
parásitos devoradores de energía,
de racionalidad. Ideas sin sentido,
rumores vagos y acólitos
de versos reales, sombras que se
desvanecían antes de caer en tintas
y parir a su vez ideas irreconocibles.

Seguiré así,adelante,
meditando,
en mi inercia,
congelada.