El corredor sin fondo (borrador)

Las vacaciones han sido muy intensas, tanto que no he traído muchas historias escritas, aunque sí en la cabeza. Os dejo un borradorcito,algo así como un principio de relato... ya iré poniendo más cosas.


Salí corriendo, porque no me apetecía morirme justo ese día. Los días 4 son poco elegantes, fechas insulsas; salvo para los americanos, claro.

A mis espaldas, estaba seguro, pendía la posibilidad de mi exterminio en vuelo. Mis pies se confundían con el polvo que levantaba al correr y deseé que la nube ocre cubriera mi rastro. Improbable, pero, así son la mayoría de los deseos ¿no?

Era extraña la velocidad de mi cerebro, mayor incluso que la de mis pies. Allí estaba yo, sin resuello y filosofando sobre la condición humana y el respeto debido a los pensamientos abstractos. Supongo que era la adrenalina. Tomé una nota mental, proponer al COI una “Filosompiada”: competiciones deportivas en las que se iba registrando a la vez el pensamiento del corredor-filósofo. Premio al vencedor y a la idea más innovadora y profunda. En lugar de laureles, podrían…

En fin, llegado este punto de fusión con el infinito, colocado mi cerebro por la droga más barata y definitiva, el pánico más extremo, tropecé. Era de esperar. Ni tiempo me dio a poner las manos, así que caí de cara, o más bien sobre mi mayor protuberancia facial, o sea de narices, contra el suelo polvoriento. Una esnifadita de caca de pájaro y tierra seca, un toque de lija en el cutis y allí quedé, tendido en el suelo como una alfombra grumosa.

Pensé, mientras mi perseguidor se acercaba a la carrera, que iba a ser difícil que aplazara mi ejecución al día 5, fecha numéricamente más gratificante.

Una sombra cayó sobre mí. Una sombra blanca y ominosa que me hablaba:

-De verdad, Juan Carlos. Mira que eres gilipollas a veces...

Con labios magullados , farfullé:

-No me cogerás vivo, so bruja

La enfermera suspiró.

- Venga, vamos, si es un pinchacito de nada. Y ya verás lo tranquilo que te quedas después.

"¿Pinchacito de nada?" Sólo pensarlo me hizo venir escalofríos. Y en un impulso desesperado me levanté, esquivé las manos que se abalanzaban hacia mí y salí corriendo de nuevo. Por desgracia, sin mirar hacia donde. Lo último que recuerdo es la voz de la bruja gritando, mi nombre enredado en un par de insultos y, por fin, el golpe de la jardinera contra mi espinilla. Luego todo es borroso, el cielo contra el suelo o al revés, y del final del incidente no me queda más que un color gris oscuro en la memoria.


4 comentarios:

Soy ficción dijo...

Ais, q pena q se acaben las vacaciones, pero como te tengo de vuelta yo feliz!

Esta historia tiene tirón, no la abandones eh! Quiero saber más!

Isa Pe dijo...

Ah, si las vacaciones fueran un poquitín más largas, sólo un poquitín...querríamos más aún, seguro ;)

También me alegro de verte. La historia la retomaré cuando me libre de un par de cosas que me están reteniendo...como esta tengo varias así, a medias. A ver si me pongo y os puedo colgar algo.

Besotes, Nausicaaa.

pav dijo...

¡No había leído este! No voy a decirte que me gusta, total, ya lo sabes...

Isa Pe dijo...

Pav: no te daré las gracias...total, si ya sabes que no te quiero nada, nada ;)