El cuadro







Había una vez un cuadro.


Colgaba de su alcayata, deseando que el polvo nublara suavemente sus colores.


Observaba la vida frente a él, pasando, veloz, demasiado veloz a veces para su quietud de objeto inanimado. Se fascinaba desde su sordera natural por los movimientos que dejaban estelas invisibles de ese aire que no podía percibir, que se moría de ganas de sentir sobre su tela.


El cristal que lo protegía no lo dejaba respirar.


Había una vez un cuadro. Un cuadro muy valioso.


Los mirones se congregaban frente a el, acosándolo con arrobamiento, con admiración, con odio, a veces incluso con envidia.


Estaba tan quieto, tan tranquilo... Era la imagen de la calma absoluta. Ni una brizna de viento le desordenaba las líneas, ni una sola mota de suciedad lo afeaba. Era un cuadro eterno, que describía la inmutabilidad infinita.


El cuadro, que no había tenido nunca un espejo delante, y que desconocía su propia imagen, no sabía ésto. Y sin que nadie se diera cuenta de ello, se iba poniendo nervioso por décadas. Sin saber quien era, y por qué estaba allí.



Un día, el cuadro desapareció de su sitio en el museo. Con la consiguiente conmoción para todos los círculos artísticos y culturales, y para todos sus admiradores.


A pesar de la intensa búsqueda por parte de la policía y de todos los detectives privados y cazarrecompensas del planeta, el cuadro no apareció. Hasta la fecha, nadie sabe qué ha sido de él.


Tal vez fuese robado.


Tal vez huyera, harto de tanta mirada incomprensiblemente excitada.


Tal vez se viera reflejado en la lente de alguna cámara clandestina introducida en el museo y, al descubrir su propio rostro, implosionara.



O tal vez, sólo tal vez....una pequeña mosca temeraria hubiera logrado sortear todas las medidas de seguridad , para posarse en su rostro impoluto, y despertarlo de su letargo, como a la bella durmiente del cuento.


Me gusta imaginar que así fue, que ese cuadro se encuentra ahora mismo recuperando el tiempo perdido, dejándose moldear por los elementos, besar por el viento, lamer por la lluvia, abrasar por el sol. Al descubierto, por fin. Vivo.

6 comentarios:

Soy ficción dijo...

A mi tambien me gustaria imaginarlo...

Me ha emocionado la historia de un objeto innanimado, lo que no consigas tu!

el_iluso_careta dijo...

magnifico nena...

"lamer por la lluvia, abrasar por el sol"
me gustó eso...

Leo Zelada dijo...

Fresco y sugerente relato.

Saludos desde Madrid.

Carmen dijo...

Joé, qué bonito, no la foto del cuadro que has puesto, no, bonito el texto,le has dado vida, y además le gustan los besos del viento, como a mí.
Un beso.

pav dijo...

Me he sentido cuadro y casi me asfixio. Me quedo con el "Tal vez huyera, harto de tanta mirada incomprensiblemente excitada." y "recuperando el tiempo perdido".
Genial, mixeta, como siempre.

Isa Pe dijo...

Nausicaa: Administrar bien mi tiempo, eso no hay manera de conseguirlo...y muuuchas otras cosas ; )

Iluso: gracias, un besito.

Leo: saludos desde Barcelona. Te debo una visita, a ver cuando puedo permitirme el lujazo de leer un ratito.

Edurne: el viento besa muy bien, ya se sabe ; )

Puerto: No sé por qué, sabía con qué te quedarías tú. Sigue quedándote con eso, cariñet.