La luna




Me miras, luna, como alucinada.
Te pegas a la seda celeste y tibia
del vestido de baile de la tarde,
que sale al encuentro de la noche
para despertar por la mañana
con los ojos enrojecidos por el cansancio,
sacudiéndose sobre la tierra el rocío,
sudor del sexo nocturno,
que deja a la noche preñada de estrellas,
a la hierba de lágrimas,
a la ciudad, de luces,
al durmiente, de fantasmas,
esperando el parto cotidiano
al que asiste la luna malcriada,
agarrada a las faldas de la tarde
y al cabello de la madrugada.




*A la luna de verano, tras ese estupendo eclipse.

7 comentarios:

Nutopia dijo...

Simplemente genial. El orujo de hierbas de mi suegro no me permite un comentario más erudito (menuda excusa de mierrrrda). Besazos! Hip!

Soy ficción dijo...

Me perdí el eclipse, estoy empaná! Pero la luna siempre está bonita verdad? Cada día a su manera, se agarre a lo que se agarre.

Anónimo dijo...

Lo vi, sin esperarlo, pues no tenía noticia de él. Bello poema, precioso.
Oye, quiero los dos. Cuando tengas un minuto dime cómo hacerme de ellos.
Un beso.

Anónimo dijo...

Perdón. No hagas caso al segundo párrafo, ya lo he visto.

Isa Pe dijo...

Nut: es una excusa desorujante...no hay problema ;)

Nausicaa: es una bolita fascinante, que siempre me encanta mirar. Yo creía que había una nube muy redonda, hasta que alguien me dijo "mujer, que es un eclipse". Hablando de estar empaná...

Del Toro: me alegro de que te gustara. De lo otro, ya hablamos. Besotes.

maRia dijo...

Love it.
Esa luna "agarrada a las faldas de la tarde y al cabello de la madrugada".
Estupenda imagen.

Isa Pe dijo...

María: gracias. Es un texto antiguo, todavía me pregunto de dónde salió, algunas veces...