El viaje: ocho paradas en clave de imagen mental.






Primera parada: Excelente compañía de dos y cuatro patas, risas, palabras, música hasta la mañana, allí donde todavía celebran que matan a los cerdos y todo el mundo se cree con derecho a opinar sobre los demás. El silencio de los terneros. La proclamación al viento de la propia existencia.

Segunda parada. El toro suelto en la noche, niños, la pasión por el fuego. Me arranqué uno de mis ojos y lo dejé olvidado allí, sobre la mesa del recibidor. Espero que algún día el negro carruaje venga hasta mí y me lo devuelva.

Tercera parada: donde las piedras antiguas gritan en silencio por las vidas derramadas de los esclavos que las levantaron, y las doncellas encantadas salen trabajosamente al crecer la luna en busca de un alivio a su maldición. La paz en medio de la tierra abierta y trabajada, junto al agua recién nacida y burbujeante.

Cuarta parada: las montañas de hierro sangran, alimentando los bosques que juegan con fuego, milagrosamente indemnes a los vendedores de cacerías artificiales, de los que intentan protegerlos unos pocos caballeros andantes, de los que casi ya no quedan...Las piedras se dejan acariciar y arropar por el mar, entre la arena.

Quinta parada: los mapas no conducen a través de sus laberintos, y perderse es un placer semi-divino. Los caballos arrojan a los coches de sus caminos con una simple coz. El aire lleva notas musicales que se enredan en los cabellos de los paseantes. La diva no supo apreciaros en voz alta, pero yo sí, aunque sea a mi manera.

Sexta parada: Faralaes, damas pulidas hasta brillar, las cuestas elevándose hacia todas partes bajo la lluvia que se apuntó a última hora a la fiesta, y trata de encontrar un lugar donde la acepten sin miramientos, chispeando por debajo de los aviones, atronadores y falsos.

Séptima parada: entre los mares de árboles que salpican la tierra blanca, y más allá, donde las montañas parecen embotelladas en arena de colores. Rojo, verde, amarillo, blanco y negro contra el azul y el púrpura del firmamento. Pero antes, un momento para las palabras que se deslizan por entre las horas.

Octava parada: las olas besan los pies con calidez estremecedora, y los camareros sirven amabilidad en pequeños platos que caen, supersónicos, entre los ceniceros y las servilletas limpias. “Normal” no es lo mismo que “corriente”. Es algo mucho más raro y valioso.

Gracias a mis anfitriones, ha sido un privilegio compartir vuestros mundos por un breve instante. Ya sabéis donde está vuestra casa.


9 comentarios:

Amenofis Fernández dijo...

Gracias a ti, por dejar cositas guapas esparcidas en el camino, guía de niños perdidos huyendo del ogro.

Joder, que cursilada le ha salío al Amenofis ...

Anónimo dijo...

Celebro volver a verte!
Parece que estas vacaciones te han sentado muy bien. Espero que hayas obtenido de ellas todo lo que querías.

Besos!!!!!

Anónimo dijo...

Ah, ¿pero que estabas de viaje? ¿y que has vuelto? El caso es que igual lo había leído... Bienvenida. ;)

David

Soy ficción dijo...

Me siento como una parada en la ruta del quijote :P jajaja
Espero que hayas encontrado inspiración en el camino, porque al menos yo estoy deseando leerte :D

chus dijo...

Qué bien te han sentado!!! Vuelves con las pilas a rebosar. Un besazo guapetona.

Oggi dijo...

Si un burro hace el mismo recorrido, sólo trae anécdotas de pastos dulces y amargos. Pero un poeta... un poeta nos lleva de vuelta a revivir el viaje.

Anónimo dijo...

Cuando quieras, y siempre gracias a ti por tomarte la molestia..fue un placer tenerte en casa.

besazo

NoSurrender dijo...

Todo viaje debería acabar en el mar. Ve buenas sensaciones, enhorabuena, Kerouak ;)

Isa Pe dijo...

Ame: a tí te perdono hasta la cursilería...pero por ser tú, que conste.

Cesca: ¡Te tengo que contar más cosaaaas! Besos

David: je, je. Graciosillo tú, ¿no? Graciaas.

Nausicaa: muchas cosas encontré en ese camino, sobre todo gente genial.

Mª Jesús: es que lo necesitaba, un montón.

Oggi: no sé, hay burros que seguro que son poéticos. Uno de mis autores favoritos tiene una historia sobre el mejor matemático del mundo, que resulta ser un camello (el animal de cuatro patas, sí), aunque nadie lo sabe. ¿Quién puede decir lo que hay en la mente de uno de esos bichos?

Charlie: idem por la parte que me toca.

No surrender: Sabía que tenía que salir el Jack...y juro que no andaba "buscando a Jacks", he sido buena chica ;)