es otoño

Remanso de chirridos
entre remolinos
de incomprensión.
Esta mañana escupí silencios agarrada al volante,
y mis ruedas crujían los cañaverales rotos.

Es otoño, sí.
Los pájaros me han dicho adios con el pico
antes de facturar sus maletas
y las últimas semillas de sol.

Es otoño, sí.
Buscaré un sitio cálido donde hibernar
o cerraré las manijas de estos grifos
que me piden pasear por otras playas,
niños excitados,
sin paciencia.

En la piel se quedan los reflejos
de la luz adormecida
resbalando
hacia el sumidero del invierno
que, inclemente, la devora.



NO ERES TÚ. "MEDITERRÁNEO" DE SERRAT

Y te acercas y te vas, después
de besar mi playa.

Apenas perceptible, como en
toques de patas de insecto o bigote de gato.

Y no sé si es que te he sentido así, o si
mi piel siente ese deseo incontenible
y llama a la sensación a socorrerle
para evitar enloquecer.

Y me sostengo a mí misma, pero
cada pelo se erige en estatua engastada en cada
poro, para dirigirse a ti, y no puedo
sujetarlos.

Y atrapo la lengua entre los dientes,
las manos en los bolsillos, cruzo las piernas...
Pero la primavera ha llegado,
y todos quieren florecer, salir, abrirse.

No me queda más remedio
que dejar pasar la tormenta
sobre mi cabeza,
agarrarme al pararrayos del sentido común,
y rezar por que la electricidad
deje de golpearme.

No quiero hablar, ni moverme, pero
mi cuerpo decide ignorarme
y responde a tu presencia sin pudor.

Y te acercas, y te vas, después
de besar mi playa

Apenas perceptible, apenas cierto.
Apenas real.

Y no paro de pensar que nada de esto es cierto,
que todo está en mi mente.

Pero mi cuerpo, empeñado
en contradecirme,
se vuela tras de ti y me deja sola.
Aquí.
Luchando conmigo misma.

No eres tú, no eres tú, no eres tú.
Tienes que ser tú.


Eres tú, eres tú, y no, no puedes ser.

Deja de ser tú, yo no puedo evitarme, soy yo.
alguien tiene que tomar las riendas.

Y te acercas, y no te vas, y me atas
con los ojos a la silla, a una
prudente distancia.

Embravecido por mi sequedad, por mi negación,
por mi aparente calma.

Resquebrajada por el deseo me refugio, aquí,
en mi playa.
En vano apartando los pies
de los golpes de tus aguas.

Ola tras ola, tus ojos, hacen subir
la marea...

Y no puedo detenerla.

Y te alejas, y te vas, después
de besar mi arena.


A un solo milímetro de mi piel
que va muriendo de sed por tu no-existencia.

MEA CULPA, "MEDITERRÁNEO" ES DE SERRAT. LO SÉ, LO SÉ. PERDÓN POR EL LAPSUS. Lo voy a poner y todo.

El viaje: ocho paradas en clave de imagen mental.






Primera parada: Excelente compañía de dos y cuatro patas, risas, palabras, música hasta la mañana, allí donde todavía celebran que matan a los cerdos y todo el mundo se cree con derecho a opinar sobre los demás. El silencio de los terneros. La proclamación al viento de la propia existencia.

Segunda parada. El toro suelto en la noche, niños, la pasión por el fuego. Me arranqué uno de mis ojos y lo dejé olvidado allí, sobre la mesa del recibidor. Espero que algún día el negro carruaje venga hasta mí y me lo devuelva.

Tercera parada: donde las piedras antiguas gritan en silencio por las vidas derramadas de los esclavos que las levantaron, y las doncellas encantadas salen trabajosamente al crecer la luna en busca de un alivio a su maldición. La paz en medio de la tierra abierta y trabajada, junto al agua recién nacida y burbujeante.

Cuarta parada: las montañas de hierro sangran, alimentando los bosques que juegan con fuego, milagrosamente indemnes a los vendedores de cacerías artificiales, de los que intentan protegerlos unos pocos caballeros andantes, de los que casi ya no quedan...Las piedras se dejan acariciar y arropar por el mar, entre la arena.

Quinta parada: los mapas no conducen a través de sus laberintos, y perderse es un placer semi-divino. Los caballos arrojan a los coches de sus caminos con una simple coz. El aire lleva notas musicales que se enredan en los cabellos de los paseantes. La diva no supo apreciaros en voz alta, pero yo sí, aunque sea a mi manera.

Sexta parada: Faralaes, damas pulidas hasta brillar, las cuestas elevándose hacia todas partes bajo la lluvia que se apuntó a última hora a la fiesta, y trata de encontrar un lugar donde la acepten sin miramientos, chispeando por debajo de los aviones, atronadores y falsos.

Séptima parada: entre los mares de árboles que salpican la tierra blanca, y más allá, donde las montañas parecen embotelladas en arena de colores. Rojo, verde, amarillo, blanco y negro contra el azul y el púrpura del firmamento. Pero antes, un momento para las palabras que se deslizan por entre las horas.

Octava parada: las olas besan los pies con calidez estremecedora, y los camareros sirven amabilidad en pequeños platos que caen, supersónicos, entre los ceniceros y las servilletas limpias. “Normal” no es lo mismo que “corriente”. Es algo mucho más raro y valioso.

Gracias a mis anfitriones, ha sido un privilegio compartir vuestros mundos por un breve instante. Ya sabéis donde está vuestra casa.


Cien

Según el panel contador, que no parece ser de los que se equivocan, la última entrada era la 99, esta es ya la número 100.

Tengo un blog centenario ;)

Es una cifra rotunda, parece significativa, tendría que componer una entrada especialmente para esto..."la entrada del centenario" y me encuentro con la cabeza en otro sitio, la mente en blanco y sin saber muy bien que contaros.

Hace un ratito, había pensado en titularla "Cien a todos", haciendo un muy poco espontáneo juego de palabras con las antiguas tiendas "Todo a cien". Y aprovechar para daros cien gracias a todos los que me leéis, porque las palabras que no son leídas son como el árbol de la famosa pregunta filosófica, el que cae en el bosque y nadie ve: ¿existen?. Sois vosotros los que les dais realidad y sentido.

Cien, por lo tanto, me han parecido pocas. Os daría varios miles, millones de gracias. Y eso me estropearía el fantástico jueguecito del título.


Pero...¿y por qué no estropearlo, si vale la pena hacerlo? Pues sí. El título es "Cien" a secas. Y así os puedo dar millones de gracias a vosotros, los lectores.

Yo lo voy a celebrar empezando mis vacaciones. Estaré unos días fuera, pero os dejo estas 100 entradas para que si os apetece les deis el don de la realidad, y que no sigan siendo tan solo un número vacío, con demasiados ceros y poco más. Huérfanas de lectores, las palabras se secan hasta morir. ¿No habéis oído nunca a los libros en las bibliotecas y los estantes de las librerías, como os reclaman?:


Leedme, leedme...
Estoy aquí, de páginas abiertas
esperando, solo,
sólo, vuestra caricia.
La anticipación hace vibrar mis letras...
¿O son vuestros ojos, inquietos,
los que tiemblan
con el tic de buscar las emociones
escondidas en mi carne?
Leedme, que mi sangre es negra
y maldita de tanto esperaros.
Sordo y mudo, mi pálida carne
se reseca de deseo
anhelando vuestras manos.



Vaya, ya me he puesto pedantemente poética ;) Mejor me paro aquí mismo, antes de que sea demasiado. Os deseo buenas lecturas. Me voy a buscar nuevos textos por el mundo. Hasta dentro de unos días.




Noches largas y agudas

Hay noches largas y agudas
como un pez espada de punta roma
intentando horadar tus sueños,
infructuosas
siempre. Sí, existen.

Aprietas los dientes,
esperando empujar el émbolo,
y que la jeringa, del sueño inyecte
en tu cerebro la dosis necesaria
para caer del otro lado,
allí donde sueñas, para variar, dormida.

Y no, no funciona, sigues
soñando despierta, y la histeria
acaba pulsando ritmos frenéticos
desde tus venas:
piezas de jazz salvaje,
sin compás aparente.
¡Tanto ruido incontrolable...!

Te desesperas, das otra vuelta
a la tostada requemada y sosa
de tu cerebro..
Te repugna, pero es todo lo que hay:
más perder el tiempo, pensando
con los ojos cerrados,
tu cuerpo en suspensión
viscosa
entre mantas
y mañana.

Lírica venganza

Tengo que escribirte
dentro de un poema
para que aprendas lo que duele
ser tan sólo palabras
sin piel, sin la protección
ni el calor
de la carne que las viste.

Encerrarte entre versos
para que sepas
lo insoportable del picor que dan las letras
entre las sábanas blancas,
como migas de pan seco y restos de liendres
que te arañan por los cuatro costados.

Graparte contra el papel
pinchando tu lengua con alfiler de rimas.
Atarte a puntadas: que no puedas
descoserte aunque lo intentes.

Tengo que devolverte
todo lo que tú has hecho por que no exista
para que al final entiendas
como es de verdad el no ser nada.


Endecasílabos: jugando con los clásicos, para variar.





Endecasílabos, no sois los reyes,
aunque aquí os empeñéis en lo contrario:
me parecéis un metro estrafalario,
ajeno a mi cerebro y a mis leyes.

No dejaré uncir mi carro a esos bueyes
ni dejarme arrastrar por el rosario
de expertos, que en cada poemario
apagan lo espontáneo con sus fuelles.

Dedicaré mi tiempo a no medirme:
contar letras afecta mi cabeza.
De vosotros tendré que despedirme

y lanzarme a lo que amo con fiereza:
el sencillo placer del verso libre
que mece mis palabras con su fuerza.


Y mientras cocino versos libres, intentaré dejar caer alguna prosilla, que ya toca.